“Escribir es una forma de terapia. A veces me pregunto cómo se las arreglan los que no escriben, los que no componen música o pintan, para escapar de la locura, de la melancolía, del terror pánico inherente a la condición humana”

~Graham Greene.

martes, 1 de marzo de 2011

Entre más cosas, es terapéutico. Sí, señor.


Teniendo ya la primer entrada, toca pensar qué voy a escribir en la segunda. No quiero empezar con un tema de la nada, y varias vocecitas internas me recomiendan empezar con una presentación personal: quién soy, qué hago y qué deshago.

Supongo que tiene sentido que quien lee sepa a quién está leyendo desde un comienzo. Además, es educación pura: lo primero que hacés cuando estás frente a alguien a quien en tu vida jamás viste es

Hola, soy Juanita


y como frente a una página de Internet no hay nadie que te responda (salvo por comentarios que vas a ver después de publicar la entrada, así que no cuenta), se empieza


Como dije, soy Juanita. Tengo tantos años y me gustan los palitos de menta y los ponis color violeta


Pero no voy a hacer eso. Por lo menos, no ahora.

Tenía la idea de escribir un blog desde hacía un tiempo. Varios meses en realidad. Pero la idea siempre había quedado en stand-by, y estoy comenzando a creer que tiene más sentido abrirlo ahora, a la par con todas las cosas nuevas que estoy viviendo, ahora que tengo conclusiones que antes no tenía
.

¿Sobre qué voy a escribir? Sobre todo. Todo es todo. Absolutamente todo lo que se me venga a la cabeza y me parezca buena idea publicar.

¿Por qué voy a escribir? Porque voy a poder escribir lo que me venga en gana sin ningún tipo de censura.

No escribo con la idea de ser leída. Es decir, no estoy imaginándome a ochenta mil seguidores publicando comentarios. Escribo porque a veces ésta es la única forma que tenés para decir algo.


Y aunque nadie lo escuche sirve porque sabés que lo dijiste.